INDEFENSIÓN APRENDIDA

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¿Alguna vez has sentido que nada de lo que haces funciona? ¿Qué siempre a pesar de lo mucho que te esfuerzas no logras lo que quieres? ¿O que estás estancado en algo terrible y no vale la pena seguir luchando? Si lo has hecho, es probable que patrones de pensamientos relacionados con la Indefensión Aprendida. Ésta, es un tipo de comportamiento que aparece cuando una persona es incapaz de reaccionar frente a situaciones dolorosas. Se refiere a la condición por la cual un ser humano o animal, se inhibe ante situaciones aversivas cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, terminando por desarrollar pasividad ante este tipo de escenarios. De este modo, el daño psicológico se convierte en un elemento fundamental, logrando que individuo entre en un estado constante de desesperanza, y siempre subestime sus diversas habilidades, fomentando distorsiones cognitivas.

La Indefensión Aprendida fue descubierta en 1965 por el psicólogo Martin Seligman mientras estudiaba el comportamiento de los perros. En el experimento, fue diseñado para ser una variación del famoso experimento de “condicionamiento clásico” de Pavlov. Seligman, utilizando dos perros dentro de una jaula, les daba descargas eléctricas sin motivo aparente. Uno de ellos, tenía la posibilidad de cortar la corriente con un golpe de hocico, pero el otro no. El primer perro, se mantuvo la alerta y cortaba la energía, mientras que el segundo vivió asustado, nervioso y cayó en una depresión. Su actitud fue de completa indefensión, aun cuando cambiaron las condiciones y ya tenía la posibilidad de cortar la corriente, no lo hizo.  Fue así como Seligman descubrió que los perros habían “aprendido” durante la primera parte del experimento que los choques ocurrían al azar, eran inevitables y no dependían de su propio comportamiento.

Por muy duro que suene dicho experimento, lo mismo sucede con los seres humanos, especialmente si han estado expuestos a castigos o situaciones muy dolorosas que parecen inevitables. Si el individuo no tiene mecanismos adecuados ni la resiliencia necesaria, sentirá una gran impotencia, frustración y tristeza, hasta finalmente tener una actitud de “darse por vencido” y caer en patrones de pensamientos desesperanzadores. Es en situaciones como éstas, donde distorsiones cognitivas comienzan a aparecer, haciendo que el individuo tome malas decisiones, lo que resulta en una situación peor y un círculo vicioso de depresión.

Existen muchos ejemplos de indefensión aprendida, uno de ellos puede ser los casos de mujeres que son víctimas de la violencia doméstica. La continua exposición al maltrato tanto físico como verbal, crea un desgaste psicológico al cual la persona se acostumbra a sentirse desamparada e incapaz, aprendiendo a creer que “no hay salida” para ese maltrato. Pasando a un estado de resignación y ausencia de motivación, que no le permitirá salir de ese entorno, pues piensa que cualquier cosa que haga resultará inútil.

¿Se puede reformular la Indefensión Aprendida?

El primer factor que influye en la indefensión aprendida es nuestro sistema de afrontamiento, tolerancia a la frustración y nuestro carácter. Es decir, para lograr sobrellevar los acontecimientos dolorosos que pueden hacernos sentir derrotados, es necesario mantener una actitud realista de los hechos, enfocarse en los principales objetivos y las cosas que se están obteniendo de dicha situación. Continuamente sucede, que las personas tienen a estancarse en los problemas, sin buscar los beneficios que puedan existir en los mismos y el aprendizaje que éstos conllevan.  El resultado ante dicho escenario, dependerá de nuestra interpretación de los hechos traumáticos nos ocurren, es decir, el sentido de la duración que le damos al impacto del suceso, de la extensión de sus efectos y del grado de responsabilidad que hacemos recaer sobre nosotros mismos.

¿Qué podemos hacer para no caer en la Indefensión Aprendida?

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-Pensar en las opciones. Siempre es positivo considerar las opciones disponibles ante dicha situación, sacarle el mayor provecho posible a escenarios de crisis nos permite ser resilientes.

-Aprender a ser un optimista inteligente, es decir, tener la predisposición a entender y a analizar la realidad desde su aspecto más positivo. Ser optimista nos ayuda a no quedarnos estancados ante las dificultades.

-Desarrollar la inteligencia emocional. Saber gestionar las emociones de forma adecuada, permite que no nos estanquemos en la tristeza y la desesperanza.

-Evocar y visualizar logros. Esto podemos lograrlo eliminando pensamientos limitadores, desarrollando la comunicación y la creatividad.

-Reforzar la autoestima. Fomentar nuestro amor propio nos permitirá ser más dóciles con nosotros mismos, y evitará esos momentos en los que podemos llegar a criticar o cuestionar todo lo que hacemos, inundando nuestra mente de inseguridades.