DATO CURIOSO DEL DIA: LA HISTERIA FEMENINA: EL ORIGEN DEL VIBRADOR

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¿Cuántas veces hemos escuchado hablar de la histeria? Durante los años se ha convertido en un término muy común, en especial escuchar la frase “estas histérica”, pero sabes en realidad qué es la histeria. La histeria femenina, fue el diagnóstico habitual de un amplio abanico de síntomas en la era victoriana, que incluían desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y conductas inadecuadas. Afectaba a más del 70% de las mujeres. Se convirtió en un diagnostico tan común que un médico en 1859 aseguró que una de cada cuatro mujeres estaba aquejada de histeria, lo que resulta razonable, teniendo en cuenta que el médico reunió 75 páginas de posibles síntomas y dijo que la lista no estaba completa; por lo que en breves palabras casi cualquier dolencia leve podía servir para diagnosticar histeria.

Por tanto, una enfermedad que aquejaba a tantas mujeres debía tener algún tipo de explicación u origen, a lo cual los médicos llegaron deduciendo que todo era causado por una especie de “frustración sexual” que aquejaba a la paciente. Argumentaban que el deseo sexual reprimido en éstas, traía como consecuencias los múltiples síntomas de la histeria, afectando diversas áreas de su vida. Esto parecía lógico para la época, puesto que durante el siglo XIX fue iniciado el conflicto entre el sexo como reproducción y como satisfacción. Dicho tema llegó a obtener tanto auge que los escritos médicos y maritales elogiaban a la mujer desapasionada y la apuntaban como modelo. Para aquel entonces, La mujer “ideal” sólo debía tener sexo para reproducirse pues se suponía que esto no era una necesidad, y no le reportaría ningún otro beneficio. Este “ideal” interfirió en la insatisfacción sexual de muchas mujeres, lo que impulsó la demanda creciente de tratamientos contra la histeria.

Tratamientos controversiales

Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un tratamiento conocido como “masaje pélvico”, el cual consistía en la estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al orgasmo, que en el contexto de la época se denominaba “paroxismo histérico” al considerar el deseo sexual reprimido de las mujeres una enfermedad. Este en realidad era un método menos “intrusivo” ya que en hospitales psiquiátricos se utilizaba el “lavaje vaginal” que se basaba en colocar una gran presión de agua en la vagina para «aliviar» a las enfermas de histeria. Dichos casos eran muy ventajosos para los médicos, dado que no había ningún riesgo de que la paciente muriese pero necesitaba tratamiento constante (algo perfectamente normal para la época, ser estimulada sexualmente por un médico). El único problema era que los médicos no disfrutaban con la tediosa tarea del masaje. La técnica era difícil de dominar para un éstos y podía tomar horas llegar al “paroxismo histérico”

Creación del Vibrador

Resultado de imagen para histeria femeninaDebido a la creciente demanda del tratamiento para la histeria, diversos profesionales se encargaron de llevar a cabo investigaciones. El Doctor Jean Michel Charcot fue pionero del estudio de la histeria en el hospital de la Salpêtrière. Y en 1869, el doctor norteamericano George Taylor sería quien desarrollaría el primer aparato vibrador. Una incómoda máquina de vapor, diseñada y recomendada para el tratamiento de la histeria. Desde 1870 los médicos dispusieron del primer vibrador mecánico y en 1873 se empleó el primer vibrador electromecánico en un asilo de Francia.  Aunque los médicos de la época reconocían que el desorden provenía de la insatisfacción sexual, parecían reticentes a admitir el propósito sexual de los dispositivos empleados para tratarlo. De hecho, la introducción del espéculo (instrumento utilizado para realizar exámenes o procedimientos diagnósticos y terapeuticos de cavidades corporales manteniendo abiertos sus orificios de entrada) fue mucho más controvertida que la del vibrador.

Pero no fue sino hasta el año 1880, cansado de masturbar manualmente a sus pacientes, (lo que le hacía perder mucho tiempo con cada una, y por tanto, atender a muy pocas) cuando el doctor Joseph Mortimer Granville patente el primer vibrador electromecánico (funcionaba con baterías) de forma fálica. Se promocionaban como “instrumentos para combatir la tensión y la ansiedad femenina”. Joyas que ofrecían 1500 pulsaciones por minuto en variedades transportables, con pie de apoyo, motor a vapor, a baterías o eléctricas. El americano Hamilton Beach lanzó en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial.

Con la llegada de la electricidad en el hogar a finales del siglo XIX, la llegada del vibrador al mercado de consumo se popularizó, en especial porque ofrecía un tratamiento más económico en la intimidad del propio hogar. Un dato curioso, es el hecho de que el vibrador eléctrico llegó al mercado mucho antes que otros dispositivos “esenciales”: nueve años antes que el aspirador y diez años antes que la plancha eléctrica. Su uso como tratamiento médico se transformó en algo tan común que llego a figurar en catálogos de compañías como Sears en 1918.

Desaparición de la histeria como diagnóstico médico

Resultado de imagen para histeria femeninaDurante los primeros años del siglo XX el número de diagnósticos de histeria femenina disminuyó. Pero no fue sino hasta 1952, que la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado. ¿Las razones? Existen múltiples explicaciones, la principal la percepción de los médicos fue racionalizándose, Con tantos síntomas posibles la histeria era un diagnóstico donde caía cualquier estado que no se podía identificar fácilmente. También influyeron, los estudios realizados por Sigmund Freud y Jean-Martin Charcot quienes basaron sus investigaciones en profundizar el estudio de la mente, entendiendo que había algo más que la conciencia, es decir, comenzaron a descubrir la existencia del inconsciente. Freud terminó por afirmar que lo que se conocía como histeria femenina era provocado por un hecho traumático que había sido reprimido en el inconsciente, pero seguía aflorando en forma de ataques que carecían de explicación. Fue el principio de lo que hoy conocemos como psicoanálisis. Es así, como a medida que las técnicas de diagnóstico mejoraron, el número de casos decreció hasta que no quedó ninguno.