“La mente influye en el cuerpo de la misma manera, que el cuerpo influye en ella”, con este pensamiento de Barthe iniciaremos el artículo de esta semana. En el buscaremos definir, desde nuestra perspectiva, lo que entendemos como una persona saludable, y es que actualmente mucho se escucha hablar sobre un estilo de vida sano o sobre el fitness.
Existen empresas que lo fomentan y personas que se ganan la vida enseñando esto a otros. Ahora bien, ¿realmente tenemos conciencia de lo que significa ser saludable? ¿Logramos establecer un equilibrio entre la mente y el cuerpo?, o por el contrario, ¿nos enfocamos solo en uno y olvidamos al otro?, por ejemplo encauzamos toda nuestra atención en obtener nuestra figura ideal y dejamos a un lado nuestro desarrollo personal.
Lo anteriormente señalado sucede con mucha frecuencia, sería conveniente detenernos un minuto y formularnos las siguientes preguntas ¿Qué posee mayor importancia en mi vida, mi aspecto físico o mi estado emocional?, ¿A que le dedico más horas en mi día, a ejercitar mi cuerpo o a ejercitar mi mente? Se nos hace terriblemente difícil encontrar el equilibrio entre salud mental y salud física, así como también entender que estas van de la mano.
Es importante mencionar que la OMS, define a la Salud, como un estado completo de bienestar físico, mental y social, entonces podemos comprender que una persona verdaderamente saludable es la que procura enriquecer su mente y su cuerpo, aquella que concibe que ambos trabajan de manera conjunta y les otorga la misma importancia.
A nivel social, se exalta un peculiar estilo de vida saludable, de una manera ilógica y casi imposible de alcanzar. Nos muestran a modelos hermosas aparentemente felices con vestidos espectaculares y tallas casi “perfectas”, o por su parte a hombres tonificados con cuerpos bien definidos y musculatura exagerada, creando cánones de belleza donde resaltan totalmente las cualidades físicas de la persona y minimizan su personalidad o virtudes.
Del mismo modo, si analizamos estos estereotipos de belleza podemos observar como a lo largo de la historia, la humanidad los ha implementado y modificando, tomando en consideración diversas variables y necesidades. Si hablamos de la prehistoria la importancia recaía en la supervivencia, de modo que los hombres buscaban parejas con pechos, caderas y vientres anchos y redondeados, lo cual era sinónimo de fortaleza, que sería necesaria a la hora de traer una nueva vida al mundo. Mientras que en el antiguo Egipto, una persona era considerada bella si poseía armonía, “el cuerpo debía estar armónicamente proporcionado”, por tanto establecieron una medida estándar, utilizando el puño para realizar dicho cálculo, siendo hermoso quien llegaba a medir 18 veces su propio puño.
Por su parte, los griegos emplearon su lógica y matemática en la búsqueda de la belleza, así pues hablaban de simetría y medidas proporcionadas, estableciendo tendencias como el hombre atleta y la mujer con figura redondeada. En la edad media, la belleza era considerada como intervención divina, lo cual trajo consigo que hasta el uso del maquillaje disminuyese, puesto que este atentaba contra la creación de Dios.
Ahora bien, para hablar un poco de la cultura oriental y sus cánones de belleza, se podría mencionar a China, donde a lo largo de su historia ha tenido un gran peso, la cualidad moral de la persona como sinónimo de belleza. Aunque dentro de sus estereotipos, resalta una práctica milenaria en particular, llamada “lirios o pies vendados”, que consistía en la fractura de los cuatros dedos más pequeños del pie de la niñas con edades comprendidas entre 4 a 7 años, fractura realizada por sus madres para luego vendarlos con el fin de empequeñecerlos, dicho ritual tuvo prevalencia aproximadamente hasta 1911.
Sería conveniente, reflexionar sobre la información anteriormente descrita, y como estas fórmulas de belleza “aparentemente ideales”, se basan principalmente en lo tangible o visible del ser humano, infravalorando su espiritualidad, valores, virtudes, creencias, afectos, intelecto, ¡en fin! todo lo que realmente le hacer ser quien es. Con esto, no queremos decir que debemos descuidar nuestro aspecto físico o que carece de importancia, lo que deseamos resaltar es que somos una combinación de mente-cuerpo.
Es increíble como a lo largo de nuestra vida, dejamos que la presión social por pertenecer a un grupo y seguir las tendencias del mismo, nos limiten y afecten nuestra salud, nos traicionamos o castigamos, por cumplir las expectativas de los demás, mientras que en dicho camino nos vamos destruyendo. Un ejemplo de esto, son los trastornos psicológicos que se pueden desarrollar para alcanzar este equívoco ideal de belleza, dentro de los principales tenemos:
Anorexia: se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal mínimo normal, acompañado por un miedo intenso por ganar peso y una gran alteración en como el individuo percibe su cuerpo. Para conseguir dicha pérdida de peso, la persona disminuye progresivamente el consumo de alimentos, lo cual inicia principalmente con la exclusión de comidas con alto contenido calórico y termina con una dieta extrema. Esta se puede subdividir en dos tipos:
- Anorexia tipo restrictivo: la pérdida de peso extrema, se consigue haciendo dietas, ayunando, o realizando ejercicios intensamente.
- Anorexia tipo compulsivo/purgatorio: en esta la persona pierde peso mediante purgas o atracones, estos últimos se refieren a la ingesta de grandes cantidades de comida en corta cantidad de tiempo y la utilización de métodos inadecuados para su expulsión como la provocación del vómito.
Bulimia: se determina por la presencia de atracones que se acompañan de la sensación de falta de control y el establecimiento de conductas compensatorias inapropiada como el uso de laxantes o la estimulación del vómito. A diferencia de la anorexia de tipo compensatorio, los individuos con bulimia son capaces de mantener el peso igual o por encima de un nivel normal mínimo.
Dismorfia corporal: en esta existe una preocupación excesiva y muchas veces imaginaria, por un defecto físico, como la nariz, altura, piel, pelo, piernas, entre otros, en ocasiones la existencia de estos defectos pueden pasar desapercibidos para los demás, pero las personas con dismorfia lo tienden a distorsionar y potenciar cada vez que se miran al espejo. Pudiendo llegar a ocasionar que el individuo se aísle, rehusándose a salir de su casa por dicho defecto, o evitar que le tomen fotos.
Las conductas compensatorias en este caso son diversas, la mayoría del tiempo, se realizan cirugías estéticas para corregir dicho defecto, el cual para el dismórfico nunca se corrige. Pero ¿cómo se va a corregir si en realidad no existe? Se encuentra es la imagen distorsionada que percibe de sí mismo.
Un subtipo de la misma, que en estos momentos se encuentra en pleno apogeo, es el llamado VIGOREXIA, en el cual el individuo se percibe como muy delgado y sin masa corporal, de modo que comienza una rutina casi inhumana de ejercicios, pudiendo incrementar a niveles insospechados su masa muscular y aun así seguir percibiéndose como delgados. Por lo que elevan a límites excesivos sus rutinas de gimnasio, y tienden a inyectarse productos que puedan afectar su salud para aumentar su musculatura.
Ortorexia: se produce cuando comer sano, se convierte en algo poco sano. Este trastorno se caracteriza por el establecimiento de una conducta alimenticia sana a niveles extremos, donde la persona puede desarrollar fobias a ciertos alimentos los cuales evita, como las grasas. Estos individuos se jactan de tener un gran autocontrol, y generalmente salen de casa con kits de emergencia llenos de “alimentos sanos”, para así evitar el consumo de cualquier comida que no se encuentre dentro de su régimen absoluto en inflexible.
Como vemos estos trastornos, más allá de perseguir un ideal de belleza, se basan en distorsiones que posee el individuo sobre sí mismo, y sobre los estereotipos sociales. Así pues, buscan cumplir expectativas poco realistas, y que generalmente atentan contra su buen estado de salud física, pudiendo ocasionar la muerte, como en el caso de la persona con anorexia severa, donde su peso es menos del 60% de lo normal, y la incidencia de muerte oscila entre un 4% y 20% en esta población, principalmente causada por anomalía cardiacas o desajustes en los electrolitos.
De allí pues que desde nuestra perspectiva una persona realmente saludable, es la que trabaja en el equilibrio y la equidad entre su mente y su cuerpo, a ambos les concede la misma importancia, los ama por igual. Por ende busca desarrollar las siguientes capacidades o habilidades:
Autoestima
Esta es la base central de todo ser humano, es la clave de la salud mental y física, cuando realmente nos queremos y somos capaces de aceptarnos, podemos ser más flexibles con nosotros mismos. Aprender a amarnos, es el primer paso para brindar amor con calidad. El querernos y aceptarnos, no significa descuidarnos. Muchas veces escuchamos a personas con problemas de obesidad, donde su salud se encuentra gravemente comprometida, decir frases como “no me importa, yo me quiero como soy” o “el que me quiera, me va a querer así”, sería bueno preguntarnos ¿es esto realmente amor propio?.
Autoimagen
Algunos lo llaman nuestro espejo interno, es la forma en que nos percibimos a nosotros mismos, y de manera inconsciente nos proyectamos así, hacia los demás. Si esta percepción se encuentra desvalorizada la persona puede distorsionar su imagen, engrandecer defectos y minimizar cualidades.
Autoconcepto
Como su propio nombre lo indica, es el concepto que tenemos de nosotros mismos, y que se va formando a lo largo de nuestra vida, en cual intervienen nuestros primeros agentes de interacción social, que son generalmente nuestros familiares, especialmente nuestros padres.
Estos componentes que señalamos anteriormente, conforman lo que tú sientes, piensas y ves de ti mismo, nosotros lo llamamos las tres “A”, éstas van de la mano y trabajan de forma conjunta. Con un buen equilibrio, pueden lograr que tus sentimientos y pensamientos hacia ti mismo sean positivos. Al igual que aumentes tu conocimiento y amor propio, que sea capaz de aceptar tus defectos y trabajar en ellos, que aprendas a relacionarte mejor, ¡en fin! que seas una persona más saludable.
Inteligencia emocional
Es la capacidad de reconocer nuestras emociones y aprender a manejarlas. Son componentes de nuestra salud integral, una persona con inteligencia emocional posee mayor flexibilidad, apertura a la experiencia, creatividad, sociabilidad.. Entender lo que sentimos y por qué lo sentimos, nos otorga el poder de controlar nuestras reacciones. Muchas veces recurrimos a la comida con gratificación o recompensa por un día de estrés, o simplemente es nuestro escape para no enfrentar diversas situaciones que nos agobian, entonces iniciamos algo llamado “comida emocional”, que no es otra cosa que utilizar alimentos que generalmente son poco sanos para llenar vacíos emocionales.
Es por ello que una persona que realmente sea saludable, reconoce sus emociones y sentimientos al igual que posee la empatía necesaria para reconocer el de los demás, aprende a vivir sus emociones y disfrutarlas, permite que se manifiesten y se nutran de las mismas.
Hábitos saludables
Cuando hablamos de hábitos saludables, nos referimos a instaurar patrones de conducta sanos que después de cierto tiempo de ser repetidos se instauren en nosotros de forma inconsciente. El comer de forma saludable, con una dieta balanceada en la que se incluyan todos los nutrientes y alimentos vitaminas y minerales, acompañados de actividad física son herramientas esenciales cuando hablamos de salud. Esto va mucho más allá de idealizar una imagen a alcanzar, más bien tiene que ver con mejorar nuestro estado de salud y el sentirnos bien con nosotros mismos.
Para finalizar, recuerda que para ser saludable necesitamos encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades psíquicas y físicas, los humanos precisamos de ambas para subsistir. Por ende, sería conveniente procurar que el desarrollo de las mismas suceda a la par. Es fundamental entender, que es igual de importante nuestra belleza interna como la externa, y que la misma siempre va a depender de los ojos de quien la mira. Es por ello que nos despedimos con el siguiente vídeo:
La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla.
Sócrates
Lcda. Andrea Guerrero
Lcda. Ana Vasconcelos