Este post está inspirado en muchas situaciones que me ha tocado vivenciar recientemente, ya sea dentro o fuera del consultorio o leyendo algún libro. He comprobado que cada vez se nos hace más difícil expresar nuestras emociones. Y esto suele suceder por múltiples razones, quizás eres de esas personas que le cuesta un mundo expresar lo que siente o tal vez, eres una víctima más del bloqueo emocional que la gente a tu alrededor impone. No importa la situación que estés pasando, algo es seguro: TIENES TODO EL DERECHO DE SENTIR. Sí, de sentirte triste, feliz, furioso, con miedo, en fin, cualquier emoción, es natural y debe ser expresada.
OJO, la clave está en que sepas exteriorizar estas emociones, debido a que siempre existe este dilema: “no puedo molestarme porque si expreso mi ira, le caeré a golpes a alguien”. No, de eso no se trata drenar lo que sientes, una cosa es Ira y la otra violencia o agresividad, la agresividad aparece cuando no logramos expresar la ira de forma adecuada, por ende, es reprimida hasta llegar al punto de presentarse la necesidad de salir y explotar mediante los episodios agresivos. Esta, es tan solo una de las muchas consecuencias que conlleva el reprimirnos emocionalmente, algunas otras son: estrés, somatización, dificultad a la hora de manejar conflictos, relaciones interpersonales inestables, entre otros.
Pero, la pregunta es: si reprimir las emociones es tan dañino, ¿por qué lo hacemos?
Hace un tiempo hablaba con una amiga sobre la situación de mi país, Venezuela. Me sentía realmente desmotivada y triste, pero cada vez que intentaba expresar esa tristeza mi amiga me paraba, diciéndome “debes estar agradecida por las cosas que si tienes, hay muchos que están peor que tú, no te sientas así”. Y así fueron bloqueadas mis emociones, añadiéndole además el pesar de sentirme como una “malagradecida”. ¿Es correcto esto? No. ¿pasa con frecuencia? Si. Y no sólo en cosas tan sencillas como un simple día de ánimos bajos, muchas personas con depresión son abordadas de esta forma por sus familiares (obviamente hacen este tipo de comentarios con las mejores intenciones posibles) pero éstos en realidad afectan aún más al individuo. ¿Qué buscaba yo en ese momento de tristeza? Algo muy simple, ser escuchada, drenar lo que sentía. No quería soluciones, ni alternativas, solo alguien con quien hablar sobre lo que experimentaba. En vista que eso no ocurrió, opté por ir a mi casa, encerrarme en el cuarto y llorar conectando con todo lo que estaba sintiendo. Al terminar, respire profundo, sequé mis lágrimas, tomé un baño y al final del día me sentía mejor.
El problema es que no todos conocen otras alternativas para expresar lo que están sintiendo, y por tanto terminan acumulando todas esas emociones en su inconsciente. ¿Cuántas veces te han dicho “no te molestes por eso” o “pero no llores, no solucionas nada con eso”?, quizás tú mismo lo has dicho en algún momento. Pero ¡hey! Este post no está hecho para hacerte sentir culpable por ello, o para decir que la sociedad es mala por bloquear lo que sentimos, al contrario, lo escribo con la intención de crear conciencia, de permitirnos ser más humanos y darnos el permiso de ser vulnerables, porque todos en algún punto de nuestra vida necesitamos eso.
En el momento en que aceptamos que las emociones existen por una razón, podremos comprender que necesitamos reconocerlas, experimentarlas y sacarle provecho. A esto, se le conoce como inteligencia emocional, una habilidad subestimada por muchos y practicada por pocos, pero que nos resulta esencial para mejorar diversos aspectos de nuestra vida. Si eres inteligente emocionalmente, serás capaz de mantener adecuadas habilidades sociales, de ser empático, e incluso de aumentar tus niveles de resiliencia. Pero todo eso solo se logra si dejas entrar a tus emociones: la alegría, la tristeza, el temor, el desagrado y la ira. Todas ellas, sin excepción, son esenciales, y aunque algunas sean menos agradables de experimentar son imprescindibles para tener estabilidad emocional.
Si no me crees imagínate por un segundo a una persona que nunca experimente el miedo y se encontrara en una situación de alto riesgo. ¿Cómo sería capaz de comprender que su vida está en peligro?, o una persona que jamás haya experimentado la ira ¿cómo podría defenderse de forma adecuada ante una injusticia?
Considero que por muchos libros que existan sobre inteligencia emocional y aceptar nuestras emociones, es necesario poner ese contenido en práctica. ¿cómo podemos hacerlo? Pues empezando con nosotros mismos, dejemos de condenar a aquellos que lloran, evitemos el uso de frases como “no te sientas mal” o “no llores”, si eres padre permite que tu hijo se exprese, enséñale lo importante que es sentir y respetar lo que sienten los demás, edúcale a manejar sus emociones de forma adecuada. Y sobre todas las cosas recuerda: no nacimos para ser perfectos, como seres humanos tenemos el privilegio de contar con una cognición que nos permite poder manejar adecuadamente nuestras emociones, sería muy triste que en vez aplicar esto, pasemos toda nuestra vida reprimiéndolas.
Así que cada vez que sientas que vas a estallar de la ira, que tienes un nudo en la garganta de la tristeza, que no aguantas el dolor de estómago del miedo, recuerda que es tu cuerpo haciéndote saber que si tu no expresas tus emociones, él lo hará por ti. Date la oportunidad de ser vulnerable, dale un descanso a esas defensas altas, escucha lo que tu cuerpo y mente tratan de comunicarte. Y si todo esto te resulta muy difícil de conseguir, recuerda que existen especialistas que te pueden ayudar a manejar de forma adecuada esas emociones.
Aquí les dejo una frase que describe perfectamente, ¡lo importante que son las emociones!:D ¡abrázalas!
Autora:
Lcda. Ana Vasconcelos